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SENN FERRERO
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El deporte se apunta al hay que serlo más que parecerlo

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El deporte se apunta al hay que serlo más que parecerlo

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El deporte se apunta al hay que serlo más que parecerlo

| TAGS: Javier Ferrero

Durante los últimos años vivimos en una especie de presión constante en políticas de cumplimiento normativo y parece que el término anglosajón “Compliance” se ha instalado en nuestras vidas, como si nos atrapara y nos persiguiera en todas las actuaciones del día a día y se ha convertido en una especie de gran panacea que va a solventar todas las corruptelas y malas actuaciones empresariales pero lo que nos tenemos que preguntar es si realmente nos lo creemos.

Durante los últimos años vivimos en una especie de presión constante en políticas de cumplimiento normativo y parece que el término anglosajón “Compliance” se ha instalado en nuestras vidas, como si nos atrapara y nos persiguiera en todas las actuaciones del día a día y se ha convertido en una especie de gran panacea que va a solventar todas las corruptelas y malas actuaciones empresariales pero lo que nos tenemos que preguntar es si realmente nos lo creemos. Tengo la sensación y no deja de ser una impresión personal que en estos años se ha abusado del aspecto mas aparente de la cultura del Compliance y se pretende “parecerlo” antes de “serlo”, es como si se pretendiera implementar rápidamente un programa de cumplimiento de norma decorativa, con la finalidad del mérito y llegar los primeros a la meta, cuando lo que se debe perseguir es la implementación de mejoras sustanciales en el actuar de la empresa que provoquen medidas reales y efectivas que reduzcan el riesgo de incumplimiento de las normas.

La sociedad ha asumido quizás hasta un grado obsesivo, por ejemplo, que el deporte mejora la salud y que con una dieta sana y evitando malos hábitos que puedan perjudican nuestra salud, con prevención sanitaria, mejorará nuestra calidad de vida y evitaremos enfermedades que nos sancionen en nuestra vida cotidiana y, bajo este prisma, nos hemos convertido en detectores de elementos perjudiciales para nuestro objetivo vital, discriminando con carácter previo que puede ser bueno o malo e intentando actuar en consecuencia. Pues el Compliance, si me permiten el símil, es algo parecido ya que apareció en el mundo empresarial anglosajón y principalmente en el sector financiero, con la finalidad de cumplir con las normas y evitar las importantes sanciones que les podrían imponer.

Las empresas, sean del sector que sean y el deporte, como veremos, no es ajeno a ello, deben establecer una serie de políticas y procedimientos adecuados que puedan garantizar que esa empresa y da igual el tamaño de la misma, cumple con el marco normativo aplicable, dentro del cual, no solo se incluyen las normas legales, lo que conocemos como leyes y reglamentos, sino también la tan de moda protección de datos, la prevención del blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, las políticas, códigos internos, la responsabilidad social corporativa, la búsqueda de la reputación y en todo esto, en definitiva, se resume el Compliance.

Lo cierto es que somos especialistas en reaccionar e incluso en prevenir, cuando observamos en el horizonte las sanciones y entonces comprendemos con una mayor realidad que hay ciertas acciones u omisiones que debemos eliminar de nuestro actuar cotidiano y siempre necesitamos una cierta ayuda, mediante la implantación de un elemento disuasorio. En España, sin ir más lejos, hay una cierto histerismo por el cumplimiento del Compliance y todas las empresas avanzan rápidamente a un estado de cumplimiento, al menos aparente, casi perfecto pero animados especialmente, desde la modificación de la Ley Orgánica del Código Penal, de 22 de junio de 2010, con la inclusión en el Código penal del artículo 31 bis, mediante el cual se introdujeron aspectos como la responsabilidad penal de las personas jurídicas y, de este modo, perdió fuelle ese principio jurídico clásico que todos los que nos dedicamos a esta profesión, desde hace un tiempo, hemos estudiado y es que las personas jurídicas no pueden ser sujetos activos en la comisión de delitos por carecer de voluntad para ello “socitas delinquere non potest”.

Llegados a este punto es donde debemos pensar que quizás el fortalecer la cultura de una empresa, del sector que sea, en el cumplimiento normativo no tiene que ser solo como método preventivo de evitar las malas praxis que pueden conllevar sanciones, penas, sino como una forma de mejorar la eficacia, el buen hacer y de implementar prácticas empresariales de verdad, ser definitivamente “mejores” en esencia, sin las taras o defectos de fábrica. Llegar a ese estado, como indicaba en el título de este comentario, hasta cambiar la expresión de, no solo hay que serlo sino parecerlo por hay que serlo, quitar esa especie de reclamo del aparentar para que se genere una especie de espejismo de que al parecerlo lo somos, cuando lo que debemos es serlos y el parecerlo vendrá de sí o será, en cualquier caso, mas fácil.

Espero que este nuevo tiempo que se ha instalado en nuestra cultura empresarial sea cierto y de verdad, estemos viviendo una revolución en la cultura del cumplimiento y un claro deseo de huir de prácticas corruptas, en todos los ámbitos, lo cual desde luego demanda la sociedad civil de una forma definitiva.

Y el Deporte ¿es ajeno a este movimiento? Nadie se puede escandalizar si escucha que el deporte ha sufrido y sufre irregularidades y modelos de gestión obsoletos y más cuando la industria del deporte la tenemos que analizar de forma global, universal, ya que se trata de una actividad que engloba a operadores de todo el mundo y esas empresas se relacionan entre ellas, con un grado de profesionalización distinto. Pero en este maremágnum de casos de corrupción vividos en el sector del deporte, tanto a nivel de entidades, instituciones, como de deportistas, aparece pisando fuerte, como en otros ámbitos de la actividad empresarial, el Compliance Deportivo y espero que, una vez que esta industria se ha dado cuenta de la necesidad de poner en marcha sus resortes más internos y adecuarse a políticas de “buen funcionamiento”, sea un movimiento imparable que arrastre y deje literalmente en la cuneta a quienes no se suban rápidamente a ella.

En España, hemos visto como la LaLiga introdujo en sus Estatutos Sociales, inicialmente en su artículo 55.20, posteriormente se modificó al 55.19, como requisito de inscripción en la competición, la adopción y ejecución con eficacia de modelos de organización y gestión que incluyan medidas de vigilancia y control idóneas para prevenir la comisión de delitos o reducir significativamente el riesgo de su comisión. Si bien, hemos de resaltar que LaLiga no ha impuesto modelos de prevención concretos a sus miembros, por lo que tampoco entra a valorar la idoneidad de esos modelos que están adoptando, ya que ésta no es competencia propia de la patronal, aunque, como decíamos antes, se ha dado un paso adelante para la implantación de prácticas de buena gobernanza, las cuales han dado ya sus primeros frutos, como se ha visto en el caso del Deportivo de La Coruña, habiendo sido recientemente certificado por Aenor, en el cumplimiento de los requisitos impuestos por la UNE 19601.

El empeño de la LaLiga española parece estar fuera de toda duda, es una actitud que responde a lo indicado anteriormente, encaminado a ser mejores, trabajar para ser confiables y LaLiga sabe que siendo mejores, se vende mejor su producto, mas ahora que está centrada en una carrera de fondo con la Premier League para arrebatarle el trono de ser la competición doméstica con mayores ingresos y en esa carrera de fondo, LaLiga va dando pasos firmes, habiendo registrado en la última temporada cerrada un incremento espectacular en la explotación audiovisual, según el Annual Review of Football Finance 2017, elaborado por Deloitte. Incremento de ingresos que, sin duda, se debe principalmente a la venta centralizada de los derechos de televisión, tras la entrada en vigor del Real Decreto-ley 5/2015, de 30 de abril, de medidas urgentes en relación con la comercialización de los derechos de explotación de contenidos audiovisuales de las competiciones de fútbol profesional.

Y ese empeño no cesa, vemos como, junto con el Consejo Superior de Deportes, editaron una Guía de Buenas Prácticas Normativa y Principios para las Federaciones, Ligas y deportistas españoles1, que se basa en los valores deportivos, como la integridad y el juego limpio en el deporte, lo cual implica la observancia de comportamientos y conductas acordes a dichos valores. Según indica la citada Guía “LaLiga, comprometida con los mandatos derivados del Código de Ética Deportiva (Recomendación R92 del Comité de Ministros a los Estados Miembros de 24 de septiembre de 1992) y la Ley del Deporte 10/1990 de 15 de octubre, dirigidos a las organizaciones y asociaciones deportivas, ha establecido y recomendado, como presupuesto de integridad en su competición así como en las competiciones pertenecientes al resto de las federaciones deportivas y ligas españolas, unas reglas y principios relacionadas con las apuestas, la predeterminación y alteración de los resultados de los partidos, la corrupción, el uso de las redes sociales y principios de comportamiento en general, que obligan a todos los intervinientes en la misma: jugadores, técnicos, entrenadores, personal médico del club, otros empleados y personal, directores y agentes y sin olvidar a directivos y empleados de las federaciones deportivas y de las ligas organizadoras”.

Quizás sea más fácil implantar estos sistemas en LaLiga que reúne como miembros a los clubes o entidades deportivas de ámbito privado que en las Federaciones Deportivas que si bien deben contar con un sistema de prevención de riesgos penales y de cumplimiento normativo y ético, lo cierto es que en este caso se une la dificultad de gestionar entidades que combinan la actividad privada con las funciones delegadas de la administración pero que sin duda deben dar un paso decidido a la ejecución de medidas de buen gobierno.

En esta industria hay una serie de riesgos penales claros sobre los que hay que actuar en todos sus ámbitos y que podríamos encuadrar inicialmente en los siguientes y se tiene que actuar de forma contundente y decidida para llegar a un buen hacer que responda, como decíamos, a los valores que el deporte representa para todos y especialmente para los menores.

Los principales aspectos que podríamos destacar son:

  • El fraude, en lo relativo a los amaños y apuestas deportivas, dado que este tipo de corrupción ataca a la esencia del deporte y en este ámbito se tiene que no solo sensibilizar a los distintos operadores en el deporte, sino implantar medidas de control y monitorización para erradicar de forma definitiva estas prácticas.
  • La piratería audiovisual, lo cual como en otros sectores, como en la música, ataca a la principal fuente de ingresos que son los derechos audiovisuales, con lo que se tienen que implementar controles de acceso a grabaciones ilegales, siendo principales las medidas que se pudieran adoptar en los estadios.
  • El antidoping, que no solo depende de las agencias u organizaciones internacionales, sino que debe ser tarea también de las entidades privadas, implementando sistemas de control a sus jugadores, estableciendo cláusulas de resolución de sus contratos claras y que se pueda perseguir y erradicar esta actuación tramposa que afecta a la esencia de la competición deportiva.
  • Delitos contra la Hacienda Pública, en los que hay que insistir y de forma preventiva ya que, como es bien sabido, se persigue al que, por acción u omisión, defraude a la Hacienda Publica estatal, autonómica, foral o local, eludiendo el pago de tributos, cantidades retenidas o que se hubiera debido retener o ingresos a cuenta.
  • El tan comentado Blanqueo de Capitales que parece que acecha al deporte en general, por ser una actividad que se desarrolla en todo el mundo y quizás los controles en este tema deben ser aún mayores. De este modo, vemos como según el Annual Review of Football Finance, elaborado por Deloitte, el sector futbolístico a nivel europeo en la temporada 2015/2016 facturó 24.600 millones de euros y la realidad es que de los datos económicos que convergen en esta actividad, no es solo atractivo para el aficionado, sino que provoca la entrada de agentes extradeportivos, lo cual favorece el blanqueo de capitales en el fútbol.
  • Estafa en la compraventa de jugadores, lo cual, del mismo modo, viene provocada por la entrada de agentes extradeportivos que no actúan correctamente y materializan operaciones que desvirtúan la propia realidad del mercado.
  • Tráfico de influencias. Actuaciones que están a la orden del día y que han sido perseguidas en multitud de operaciones a nivel internacional aprovechando la organización de competiciones internacionales deportivas.
  • Violencia e incitación al odio, imágenes que hemos vivido recientemente en Grecia, con la entrada en un terreno de juego de un presidente con una pistola al cinto o los bochornosos espectáculos de los hinchas radicales del Olimpique de Marsella en San Mames, siendo además unas imágenes que reincidían en las ya vividas con los ultras rusos.
  • Delitos medioambientales, los cuales también afectan al deporte y, en particular, en la organización de eventos deportivos de toda clase, cuando se infringen los niveles de ruido permitidos.

Vemos con ello que debemos dar un paso firme al frente y educar en la cultura del cumplimiento y respeto a las normas y dar respuesta a lo que al efecto predica nuestro Tribunal Supremo, cuando indica que la esencia de la defensa de un cumplimiento normativo efectivo ante un posible delito de tipo penal radica en desarrollar y acreditar una verdadera cultura ética corporativa que va más allá de un modelo de prevención al uso.


1 Disponible en http://files.laliga.es/201612/15194011buenas-practicas-federaciones-ligas-y-deportistas-.pdf

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